He venido haciendo de la producción de narrativas el taller desde donde tender colaboraciones y experimentaciones alrededor de la escritura.
Así mismo, he ido sistematizando los modos y las reflexividades que cada uno de los trabajos haya podido suscitar.
Mil y un cuerpos
La producción de narrativas ha sido conceptualizada desde la situacionalidad de trabajos de escritura específicos, como es el caso de Mil y un cuerpos. Activaciones y activismos desde las artes escénicas (2020), coordinado junto a Martín Plascencia y Tonatiuh Gallardo, publicado por la Universidad Autónoma de Chiapas., UNACH.
Semaformismos
En el caso de Semaforismos. Narrativas del malabarear de las juventudes en las calles (2021), coordinado junto a Magali Cadena, Elí Evangelista y Sergio Tavera, publicado por la Escuela Nacional de Trabajo Social, ENTS, de la Universidad Autónoma de México, UNAM.
El delta de los privados
Hoyos, P. (2023). El delta de los privados. Ontología crítica del poder punitivo. Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana.
En 2010, en el marco de las actividades del PESCER de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Florina Piña me invitó a realizar una activación poética con los internos de la “Peni” en Santa Martha Acatitla.
Esta relación desde dentro, es decir, como tallerista de actividades artísticas tiene tres momentos:
- Los forcejeos con la forma del taller y los juegos sucesivos buscando transformarlo en una situacionalidad diferente a la penitenciaría.
- El diseño de “Ningún taller” como una experimentación colaborativa con los diferentes grupos de internes con los que fuimos explorando qué hacer con la situación del “Ningún taller”.
- La reflexión sobre los procesos de experimentación colaborativa y el análisis sobre el papel de las actividades artísticas en el programa penitenciario y sus actualizaciones neoliberales.
En relación al primer momento, hice migrar el taller de poesía a un taller de performance de nombre “El decir de mis cuerpos”. En esos laboratorios más desde el teatro de la crueldad y el teatro del oprimido, fuimos explorando las performatividades de la privación de la libertad en el encierro penitenciario, en el Reclusorio Sur.
Pero algo me decía que el taller tenía que hacer más cosas, además de proponerse ya sea como una plataforma formativa o de entretenimiento. Tenía la potencia para ser algo distinto, y ahí fue cuando a través de la lectura de El maestro ignorante de Jacques Ranciere me propongo emular al maestro Jacotot y presentarme el primer día en el CEVARESO Santa Martha Acatitla como “El tallerista que no daba talleres”. Performance que provocaba a quienes llegaban al taller, a hacer de éste lo que potencialmente se imaginaran que podían generar a través de tentar alianzas posibles con el tallerista y sus redes.
De este modo fue que en dicho reclusorio, “el tallerista que no daba talleres” se convirtiera en el “transcriberiano carcelario”, aquel que les ayudaría a materializar la publicación de un libro artesanal de su autoría, el cual pudieran regalar por navidad a sus seres queridos: “La vida no decide sola”.
Posteriormente, llegaré con la misma performance al femenil de Tepepan, donde con un grupo de cuatro internas creamos el dispositivo conversacional “Hablen con nos-otras”, y desde el cual, con la colaboración de treinta y cuatro estudiantes, suscitamos la posibilidad de abrir una conversación con “la sociedad” alrededor de una docena de preguntas confeccionadas por las internas. El proyecto se llamó: “Repensando el estado penal”.
El tercer momento citado corresponde con el análisis de la proliferación de las actividades culturales y artísticas en el programa penitenciario. Y cuestiones más teóricas como Performatividade: